Eterno retorno

Un cielo blanco oscuro envuelve la ciudad.

Incertidumbre del mañana, incertidumbre del ayer.

El hoy, el ahora, sintiendo un poco más quién es, sabiendo un poco menos de todo.

Sigue tumbado en su cama mientras el fuego se apaga.

Su compañera, la soledad, ardiente a su lado.

El color de las brasas, el color de su pecho, de su espalda.

Un corsé incandescente, sin protección.

Negro, nulo y a la vez vivo, emanando energía.

fullsizerenderVolcanes… ya ha pasado tanto de aquél indecible…

— El tiempo sigue sin existir —

No nace, no muere, no finge, no vive.

¿Perder la razón?

Libertad, gozo, tristeza, locura, miedo, alegría, dolor, coraje, pena… y todo cobra un sentido, todo es real, aunque le queme.

—Tampoco existe la razón—

El eterno retorno. Comienzo y fin nunca fueron opuestos.

— Los opuestos, tampoco —

 

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Reborn

Desperté con el ruido metálico de una cuchara cargando lentejas. La olla seguía llena la noche anterior.

Él seguía en el apartamento. Supe  que iba a desaparecer en pocos minutos. Emití unos cuantos sonidos para llamar su atención, que se acercase y así recibir un cálido beso de buenos días. Aprendizaje. Tras ello se marchó, dejando esta dimension a sus espaldas. Salió y dejó de existir. Si ahora mismo saliese al rellano, -pensé-, seguramente él siga ahí, siga existiendo. Pero la puerta divide mi realidad de la suya. Su realidad no es aquí, ni tampoco ahora.

Mi realidad.

Volví a dormir. Soñé algo con cuerpos deformes y decepciones de niñas pequeñas. Noté el miedo al despertar de nuevo. Desperté y con mi primera inspiración, ya noté que no estaba sola. Esta vez el miedo se había apresurado y me miraba desde el armario, preparado para meterse en mi boca y viajar hasta mi estómago e intestinos.

Entonces se removieron mis entrañas.

Decido no desayunar aún, no salir a correr, no reparar la bici, no HACER. Es un día gris y decido sentarme a observar.

Primero observé el miedo. Pero se disipaba  fácilmente cada vez que conseguía adentrarme un poco.

Unos  calcetines tirados en el suelo en la sala de estar. Sentí tristeza de que él ya no estuviese aquí. Entonces culpabilidad y miedo. Pensé en cuánto valoraba en ese momento su presencia y qué poco la valoraba en muchas otras ocasiones. Me  pregunté si él estaría satisfecho. A pesar de saber la respuesta, esa sensación me hizo dudar y castigarme con el dolor y el pavor de dejar de existir para él, para ellos, para ellas, para el universo. De eso se trataba. Miedo a dejar de existir para los demás, a no SER; miedo a lo desconocido… y lo desconocido muchas veces adoptaba formas muy negras, malvadas y bizarras en mi mente. Sobretodo malvadas, como brujas y hombres malos. Luego tomaban mi cuerpo.

En definitiva, miedo a la MUERTE.

Noté el impulso de limpiar la cocina. Lo seguí. Tras ello, rememoré algo que dije la noche anterior: “Dejemos la cocina así y mañana yo limpiaré todo, así tengo algo que HACER”. Entonces escuché la voz de mi abuela, cada vez que me asegura que se entretiene fregando… Así tengo algo que hacer… entretenimiento… ¿quizás por el miedo a no tener nada que hacer?  Y si no haces, ¿qué pasa? Si no se HACE, parece que, hoy en día ya no sabemos vivir. Recordé la película… ¿Te has sentado alguna vez al lado de tu pareja o de un compañero a, simplemente, no hacer nada? ¿Qué significa ser un marido, una mujer o un hijo? ¿Qué significado tiene? Son roles, roles que vamos jugando y le damos mayor protagonismo del que en realidad tienen. Los interpretamos de un modo supérfluo en ocasiones y nos los creemos profundamente. Pero nos olvidamos de nosotros. No sabemos lo que somos.  Porque un hijo es un hijo hasta que vuela. A veces olvidamos que si continuamos siendo hijos, sin la consciencia que ello requiere,  vamos a seguir sufriendo las consecuencias. Igual para el resto de roles.

Los calcetines seguían allí y él ya no existía. Un nuevo impulso de salvación, que había aprendido años atrás, hizo que creyese ver la luz. La pantalla de mi smartphone se iluminó. Alguien, desde su dimensión, me estaba preguntando algo. No leí. Entonces vi mi estrategia de huida, tuve intención de escribirle para saber que volvía a existir. Tan solo con el hecho de escribir frases estúpidas que en ese momento simbolizarían el descanso de saber que ya no estoy sola, que el universo no me ha olvidado y que él sigue existiendo al otro lado del teléfono. Pero,  ¿qué otro lado? Llegas a la suposición de que la otra persona es la que te está escribiendo en ese preciso momento, aquí y ahora, pero –tu presente y su presente no son el mismo, Rajni, tu realidad y su realidad tampoco. Buscas la conexión para no sentirte sola, para dejar el miedo a la muerte a un lado-.

Así pues opté por dejar que el movil siguiera emitiendo luces sin prestar la más mínima atención. Quise observar mejor esto, de qué trata esto que atormenta mi vida cada cierto tiempo.

Seguí contemplando el miedo. Cerré los ojos y pensé en cuánto soy capaz de confiar en mí misma. Si salgo a correr, huyo de esto. Estate quieta. Confianza… muerte…dejar de existir, dejar de ser amada, ser sustituida y que te olviden, dejar de ser hija, dejar de ser hermana, dejar de ser nieta , dejar de ser novia, dejar de ser amiga… dejar de ser todo y ¿qué queda?  –Lo que queda, es la pura esencia de lo que soy-

Entonceses lo comprendí todo. Cuando llegué a ese punto, rompí a llorar, pero ya no tenia miedo, ya no sentia pena ni dolor. Sentia una mierda muy rara, pero una sensación bella, amor, compasión, tranquilidad, confianza. Abrí los ojos, intenté volver a imaginarme todas esas pérdidas, todo por mi necesidad obsesiva de repetir las cosas a ver si son más intensas la segunda vez, a pesar de que sé que no, de hecho no funcionó. Pero me sentí tranquila con todo lo que me rodeaba.

Sentí que ahora, hiciese lo que hiciese, ya no iba a actuar por miedo, no iba a huir ni a reafirmar la existencia de nadie ni a preguntar por amor. El amor ya estaba ahí, muy cerca de mi ombligo, y se irrigaba a todo mi cuerpo. Mi nariz dolía cada vez que inspiraba, por la emoción. Entonces me prepare para salir a correr.

LLueve.  Aquí estoy. Recojo los calcetines y me preparo para un nuevo reto en la vida. Mi nuevo trabajo. Sé que volverá a pasar, con un patrón cualquiera. Pero quiero mantener esto cerca para recordar de lo que soy capaz.

Salir del miedo a la muerte acercándose a la misma.

 

 

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Raíz

Simplemente porque la amo.
Porque a pesar de diferencias y patrones que nos hacen caer, nos volvemos a levantar.
Sí, es cierto que a veces caemos más de lo previsto, pero también seguimos en pie. Sin duda alguna, su belleza es colosal.
A veces tapiada por pequenos arbustos que sirven de atrezo. Otras tan resplandeciente que asusta. iJoder! En su pura esencia es la cosa más dulce.
Odiosa de los huevos fritos y otros tantos manjares que yo jamás comprenderé. Amante de la acción, del hacer, de la vida y lentamente, del placer.
Existe en mí. Pletórica me hayo.
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Breve muestra de una liberación

Estaba segura de que el mar simbolizaba libertad.

También volar, viajar.

La falta de tiempo, perder un avión, la presencia de personas que te amarran a una situación de la que quieres salir.

Pero no sales, por educación. Yo diría más bien, por tontería.

Pertenezco a una sociedad. A veces siento que formo parte de la exclavitud.

Tu?

Lo pregunto por que creo en otra vida.

En otro movimiento.

No se trata de escapar. Se trata de elegir.

Elegir ser libre o no.

Pero, libre de que?

Del condicionamiento del que estamos empapados/empapadas.

Del miedo a la expresión. Miedo a ser todo aquello que tenemos dentro.

Hemos olvidado ser nosotros mismos. No somos conscientes de que  mostramos al mundo una fachada que oculta creatividad y belleza.

Porque cuando uno se siente libre es realmente cuando uno es creativo.

Porque en ese momento se ES.

No se pretende ser.

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On Time

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So far we´re still here,

not very warm but neither cold.

Serving inmoral people

and trying to avoid a tedious life.

Feeling that your life doesn’t belong to you

while big monsters keep tap dancing

on  your breakfast table.

And it is such a brutality

that causes an epidemic of brain strokes.

What is time turned into today?

So much concern about the clock being on time …

and no one explores the enjoyment of  now.

Let´s remember when we were kids

how exciting was to see how a green plant grew out of a lentil

And now we´re actors in a shortfilm,

climbing an illusory mountain

full of recognition and glory.

-Prefering to play in B series and with  little audience-

Smell, taste, sight, hearing and touch.

We learned their names well, we deploy their charm.

Where will motivation end up,

personal choice, internal observation .

So much concern about the clock being on time …

and no one explores the enjoyment of  now.

Whether hot or cold

 white colour falling down the gloomy sky.

Primero escuchar adentro. Luego, decidir quién se quiere ser.

Cerró la puerta, por miedo a que pudiesen entrar sin preguntar. Recordó la frase que anoche, con dos cervezas de más, no cesaba de pronunciarse en su cabeza.

«El respeto en nuestra sociedad, es una farsa»

Aceleró entonces y se acordó del tiempo…

Ese tiempo que en su infancia y adolescencia siempre había faltado. Nunca había tiempo, cuando en realidad, siempre lo hubo. Realmente sería genial que no hubiese tiempo. Pero de verdad, que no existiese. Al escuchar esas palabras, sintió bienestar dentro de su tórax. Sus manos dejaron de sudar, su pulso menguó y supo, que su corazón había respondido ante aquél sentimiento. Su corazón había sonreído ante la idea de crear un mundo propio, diferente, como un secreto entre ellos dos. Casi podía verse a sí mismo guiñándole un ojo al órgano que, desde hacía 27 años, bombeaba sangre a todo su cuerpo, sin cesar ni un minuto, día y noche. A partir de hoy, sería vida lo que bombease.

Suspiró. La energía que se había acumulado en su centro, contracturas, músculos que no ceden, entrañas doloridas y rebeldes, todo ello parecía relajarse. Cerró los ojos y empezó a hablar con todos ellos. Todos los fantasmas que le perseguían, ayer y hoy, tomaban forma. Unos se hallaban en puntos clave de su fuerte espalda, impidiendo una respiración completa, con lo que el resto de su cuerpo se veía afectado por la falta de oxígeno. Era lógico pues que mis pies y manos siempre estén tan fríos. Respiró a través de esos fantasmas, de todos ellos. Podía notar cómo se movían, cómo de un punto decidían pasar a otro más alto, más interno, cómo fuere. Y en cada punto, un recuerdo. Dolor, rabia, gritos, pasión, libertad, amor… iamor y libertad unidos! Algo tan bello que podía morir en ese momento. Sentir un «sí“ a a muerte. Se observaba en la cima del mundo, lleno de luz y amándolo todo, amándose a sí mismo. «No un amor pasteloso…» pensó. «iMalditos juicios!» volvió a pensar. Los asesinó.

Respeto. Ahora sabía qué era el respeto.

Su espalda estaba al fin erguida, notaba una fuerza indestructible en sí mismo. Todo el odio que hace pocos minutos le inundaba, se había convertido en algo abstracto. Seguía pensando en lo que le desagradaba, pero no le generaba tal desidia, tal rabia.

En ese momento se tumbó sobre el cálido suelo. Supo que la felicidad no se consigue con deseos. Los deseos siempre creaban expectativas. La felicidad se consigue respirando, observando la consciencia y abriendo el corazón.

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Habitaciones impenetrables

Decidió salir de noche.

El desnudo cielo le contemplaba tomase el camino que tomase. Pasar desapercibido en el pueblo resultaba imposible. ¡Cielos! cuánta mierda se respiraba en el ambiente…

Caminaba con pasos grandes y precisos. Las líneas que dibujaban los adoquines eran molestas ¿Quién demonios decidiría hacer esa calzada? Las irregularidades de la vida… Sintió rabia, una rabia externa hacia el hombre que ideó el absurdo suelo que existía bajo sus ojos. Muy a su pesar, sabía que el odio era hacia sí mismo. Siempre fue así.

Mientras caminaba, recordó estar en la cama con él. Aquél cuerpo caliente y curvilíneo, digno de plasmar por siempre y habitado por un alma interesada en el todo, pero siempre en calma.

Esa noche no sabía si dormía o lo fingía. Quiso abrazarle entonces, pero un latigazo en el costado se lo impidió y los recuerdos de una conciencia enferma empezaron a aflorar.

Recordó sentir su respiración y no saber si era real. La habitación estaba oscura. Quería escuchar, como cuando era un crío y necesitaba controlar todo lo que estaba fuera de su alcance. Controlaba, dejando de lado sus deseos personales y diciéndose a si mismo que dormir era de débiles. Una imagen de un dedo moribundo pasó por su mente. Aquél día se lo había destrozado entre dos puertas huyendo de un patrón… Le dolía la boca y el riñón derecho, pero estaba tan inmiscuido en su ego y tan lejos de sí mismo, que no podía achacar su causa a las drogas. Infernal. Daba vueltas y vueltas en la cama sin saber qué era, quién era. Gemidos a lo lejos, gemidos por todas partes e imágenes de orgías bajo el sol y la luna. Se dio cuenta de que no estaba respirando. La boca de su estómago emitía gritos apagados de auxilio. Tomó aire…

Cuando tenía 6 años, se ocultaba en la parte más alta de la casa, para saber el porqué de tanta discusión. Luego, hacía pequeñas reproducciones en la escuela. Sí. Aquella noche se puso en alerta como cuando era un crío, solo que esta vez no había padres, no habían palabras que recordar. Buscaba algo sin saber qué y su cuerpo no cesaba de quejarse.

Siguió caminando. Sus pasos se habían vuelto torpes. Se preguntó por qué habrían tantas luces instaladas en calles tan pequeñas. También por qué diantres serían amarillas, el color amarillo es una farsa, todo el mundo lo sabía. Odió entonces las luces y odió ser tan sumiso.

Volvieron recuerdos de la noche con el ser durmiente. En otras ocasiones supo poner remedio a su malestar. La meditación a veces le ayudaba a respirar y llegar a la calma. Otras veces todo terminaba en tragedia y es que, en aquel instante, no estaba de humor para cometer más asesinatos. Así pues probó suerte y se adentró en un sueño en vigilia con un mar cercano y azul, un palacio dorado donde habitaban reyes, hijos y sirvientes. La habitación real estuvo siempre separada y oculta bajo llave. Entonces el mar desapareció y le acechó la imagen de un rey sin su ropaje, un rey en calzones blancos y calcetines altos, totalmente erguido y mirada perdida. Esos ojos siempre ocultos bajo la lejanía, una expresión vacía. Miedo a la caída de un tótem repudiado. Un reloj sobre la mesita de noche le hizo recordar que no debería estar allí. Sensación de vacío, mucha sed y angustia. Se sintió acosado, tocado por su ego. Deseaba gritar, pero la sumisión era su punto.

Cuando despertó, se halló tumbado sobre las odiosas líneas de adoquines, bajo las luces amarillas. Su vómito también era amarillo. Entonces vio que ese era su mundo, irregular y amarillo.

Y quiso compartirse a sí mismo con alguien más que el viento.

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Las escaleras que perdimos

Escaleras

– ¿Es que no tienen aquí escaleras más altas?

– No, de momento no. Pero puede usted elegir entre uno de nuestros bozales. Llegaron esta mañana. Tienen un plus en calidad por comodidad.

– Pero yo pregunté por…

– …además, ¿sabe qué? Son de última generación. Los tiene en 80 colores diferentes y el precio incluye un teléfono móvil inteligente si usted paga 100 euros más y si su disponibilidad de localización está siempre activada.

– No entiendo…

– Usted no se preocupe, nosotros nos encargamos de todo. Aquí trabajamos para y por nuestros clientes. Usted no debe mover un dedo. Su bienestar es lo más importante.

– Está bien.

– Mire, siéntese en aquél sofá/masaje que le tenemos preparado. Usted relájese que yo me encargo de prepararle su compra.

– De acuerdo. Pero he de recoger mi escalera. Un seguridad enorme me la retiró antes de entrar.

– Le ruego que no se preocupe. Nuestro personal de seguridad está automatizado para seguir la normativa de la empresa al pie de la letra.

– … ya, pero sin mi escalera, no puedo…

– Le repito que es un proceso interno. Relájese. Qué tipo de música le gusta? Bueno nuestro abanico de posibilidades no es muy amplio. Pero alberga todo aquello que todo el mundo conoce… ya sabe.

– Ya, pero es que a mí…

– ¿Le apetece un gyn-tonic?

– ¡Claro!

El hombre recibió su bozal acompañado del libro de instrucciones. Unas instrucciones que, tristemente, jamás serían llevadas a cabo por él, sino por otros. Era la nueva generación. Los hombres ya no tenían fuerza para expresar, dejar salir de su enérgico interior, todo lo que habían aprendido desde que empezaron a usar las escaleras. Por supuesto, las escaleras fueron retiradas del mercado. Una supuesta contaminación por parásitos… Por el mismo hecho, todas las demás habrían de ser quemadas. Y así fue.

Pero la gran mayoría se sintieron orgullosos de su especie, por la creación de altas tecnologías. Las televisiones eran una gozada vacía. Llegaría el día en que sería posible entrar en ellas y perderse en la sublime fuerza de la tertulia sin sentido. Los teléfonos servirían cada vez para más. Tanto, que acabarían generando alteraciones en ondas cerebrales. Las fases del sueño pudieron ser manipuladas antes de poder conocer cuál era la total funcionalidad del mismo. Pero todos gozaban de regalos, descuentos en el mundo del consumo. A veces incluso aplicaban un 60% en la instalación de «chips» en el lóbulo frontal.

– ¡Ja!

Era la típica expresión, cada vez que recordaban que hace unos pocos años, su vida se regía por el uso de unas simples y pobres escaleras de madera… Algunos de ellos mostraban ápices de añoranza, ya que éstas les permitían subir y ver desde lo alto. Expresar, trepar y ser dueños de uno mismo. Aislarse a meditar en pequeños trocitos de nube y también, de vez en cuando, escapar y observarse desde arriba, siendo tan solo un testigo.

Pero gozarían con ello de nuevo algún día! Y es que su bendito gobierno les había prometido la construcción futura de nuevas escaleras personalizadas. Lo que no sabían, es que eran unas escaleras pre-programadas para conducir tan solo en una dirección. Hacia el infierno.

De conejos gigantes y escaleras. Con Nicolas Cage en la cama.

Despierta!

Fugazmente una imagen de Frank, el conejo gigante de Donnie Darko, pasa por mis ojos. Una mirada cegada.

– ¿Están aún cerrados?

– Sí…

– Entonces, no los abras.

Minutos en la cama. Sé que si despierto solo parcialmente, mis sueños permanecen, luego los escribo y entonces quedan plasmados por siempre. Análisis.

– ¡Mierda!

Entonces me pregunto por qué diantres habré soñado con Nicolas Cage…

Resultó ser un NC perseguido por un NC padre. Bajaban escaleras. Era un edificio de ocho alturas que formaba parte de un puente levadizo, el cual mi subconsciente no pudo asociar con las leyes de Newton. Eso, o que las oficinas del mismo constaban de «forniture» pegado con «super glue» al suelo.

Parecía más bien una pantalla de «Super Mario Bross«, donde el pobre fontanerito (gracias, Dr. Cooper) bajaba huyendo de su malvado padre, unas escaleras eternas.

Connotaciones: En cada «descansillo» había una botella de alcohol. A veces Whisky, otras Ron o Ginebra. De forma y manera que debía conseguir el mayor número posible, no de monedas, sino de botellas.

Cuando las escaleras finalizaron* (no serían tan eternas), el joven Cage encontró un ejército de niños frente a un coche. Uno de ellos se giró y le observó directamente, con cara de niño de película de terror. Sí, en plan Demian.

Nicolas deseó ser un niño en ese momento, para poder desaparecer entre la multitud militar. Pero no lo era. No lo es.

Nuestro Cage Junior, ya no es tan junior. Sigue teniendo el pelo oscuro, con un corte medio y cara de preocupación continua (Sí, como el verdadero)

Curiosamente (venga va! para Freud sería de cajón) tiene una hija, sin saber si es él la hija o el padre.

O más bien, ahora es la pequeña Nicolas la que no sabe si es padre.

Tengo Hambre. Desayunar debe ser una de mis siete maravillas.

* El edificio tenía, en realidad onírica, una construcción a la inversa. Es decir, los pisos no subían, sino que bajaban. De manera que el segundo piso estaba debajo del primer piso y así, sucesivamente. Entonces era una finca colgante realmente, colgante de un puente. Un puente levadizo. Yo viví allí una vez.

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2.087 Km

El acabose.

Nos acostumbramos lentamente a cambiar de lugar, mientras otros deciden seguir con el mismo. Todo vale, todos somos uno.

Pero cuán raruno se puede llegar a sentir uno/a, al descubrir que los estados de ánimo, muchas veces, se encuentran ocultos bajo una máscara. (de yeso, normalmente; con un poco de suerte, de una sustancia más maleable)

Lo lamentable es no saber que esa máscara existe.

Despertarse pues así, a 2087 km de lo que durante más de dos décadas fue tu hogar, podría resultar un gran reto para grandes observadores de la conducta humana, pero más aún para un ser que fuere lo suficientemente astuto como para autopsicoanalizarse.

Mejor no lo hagas y sal a la «luz» del día. Interacciona con gente, observa y mira de puertas para afuera.

Un día es así y al siguiente es asá. (Un día aceptas este gran dicho y al siguiente te cagas en él).

En un rincón olvidado de un lóbulo cerebral, encuentras a unas pequeñas neuronas que gritan como neuróticas la palabra «apego». Y entonces puede que le empieces a encontrar un sentido y razonamiento lógico a todo.

Sintiéndolo mucho, no me basta. Continuaremos…

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